Desde mediados de los años 2000, el cine chileno se ha constituido como un “campo de producción cultural” (Bourdieu 1993) que se ha renovado profundamente, presentando ahora los mayores niveles de producción de su historia (CAIA 2017, CAEM 2014-2017) y posicionándose exitosamente a nivel internacional como una prometedora cinematografía “periférica” (Iordanova et al. 2010). La expansión del medio cinematográfico chileno ha ido de la mano con la explosión y expansión de los festivales de cine en Chile desde mediados de los 2000. Desde entonces y particularmente en los últimos cinco años, nuevos y diversos festivales de cine se han ido instalando en el paisaje audiovisual nacional como espacios para la exhibición y promoción para el cine. La expansión del campo de festivales en Chile surgió en un contexto de difícil acceso al cine, particularmente aquél que supone una alternativa a la oferta predominante de las grandes cadenas multisala. Los festivales se han ido convirtiendo en circuitos de exhibición alternativos, espacios claves para la difusión de “otros cines” que proponen propuestas alternativas a la producción hegemónica global: cines de orientación más artística, miradas nacionales y locales, voces jóvenes y diferentes, y retrospectivas que permitan repensar la producción fílmica nacional e internacional.
Particularmente, los festivales de cine en Chile han buscado difundir el cine nacional en públicos no profesionales y formar nuevas audiencias puesto que, a pesar del nuevo impulso del cine chileno, el campo sigue desarrollándose en condiciones precarias y persisten muchas dificultades para distribuir y exhibir cine local en circuitos comerciales. Su alcance a nivel nacional es todavía restringido y las audiencias nacionales, sobretodo en las grandes salas, suelen ser esquivas. A pesar de ello, los festivales de cine han permitido abrir espacios que anualmente convocan a nuevas audiencias y pueden ayudar a formar nuevos públicos, programando películas chilenas tanto de profesionales como de estudiantes de cine, de diversas categorías (cortos, largos de ficción y documental, animación) y para una creciente diversidad de públicos de todas las edades.
Además de ser espacios de exhibición y fortalecimiento de una cultura fílmica local, los festivales se han convertido en nodos que potencian la producción nacional, al configurarse como lugares fundamentales para el encuentro, intercambio y promoción entre los profesionales del sector. Ya desde el primer festival de cine en el país, el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (que marcó un hito a nivel latinoamericano en su edición de 1967) es que los festivales de cine en Chile han cumplido el rol de convocar y acercar al medio cinematográfico, además de conectarlo con el público. Los festivales son espacios que han contribuido a fortalecer a la comunidad de artistas, profesionales y trabajadores de la industria audiovisual chilena, tanto mediante la exhibición y diálogo respecto a sus obras, como por la formación de redes de trabajo transnacionales (Peirano 2016). Además, los festivales de cine chilenos buscan activamente apoyar la producción y circulación fílmica nacional mediante la formación continua de estudiantes y realizadores, a través de espacios de desarrollo profesional como talleres, laboratorios y clases magistrales, los que han experimentado una explosión en los últimos cinco años.
Ciertamente, el fenómeno de los festivales de cine no es exclusivo de nuestro país, sino que está conectado con redes globales de exhibición y circulación del cine mundial. El circuito de festivales internacionales ha potenciado las redes transnacionales de producción y distribución cultural con respecto a cines periféricos, lo que ha facilitando la circulación no sólo de personas y películas, sino también de ideas y conocimientos sobre nuevas formas de hacer cine en los márgenes de la producción industrial global (De Valck 2007, Iordanova y Cheung 2010, Wong 2011). Los festivales internacionales, cuyo centro históricamente ha estado primero en Europa y luego en Estados Unidos (Vallejo 2014), han influido también en las formas de circulación y en modos de funcionamiento de nuevos festivales en otras regiones del mundo, estableciendo redes de cooperación e intercambio global. Así pues, si bien los festivales chilenos tienen su foco principal en la producción y el público local, también pueden entenderse como espacios de encuentro y diálogo transnacional.
A pesar de la creciente importancia de los festivales de cine en el país, su rol e impacto global recién comienza ha ser estudiado en Chile (González 2017). Esta investigación se plantea como una primera etapa, proponiendo una cartografía detallada de los festivales de cine en Chile. Para ello, este espacio pretende sistematizar la información sobre la historia y características generales de los festivales de cine chilenos. Buscamos que esta plataforma congregue los materiales y la información que los mismos festivales han ido produciendo a lo largo de su trayectoria, evidenciando su rol en la promoción de una cultura fílmica en Chile. Además, ofrecemos alguna reflexiones sobre su labor de la mano de los organizadores, quienes en las entrevistas publicadas nos cuentan de sus experiencias de programación y difusión del cine a nivel local. Esperamos con ello ofrecer un marco para comprender el impacto y la potencialidad de los festivales como espacios claves para la formación de públicos y para la industria local; suponiendo que esta plataforma se convierta en una base para futuras investigaciones en esta área.
Se espera que este estudio signifique también un aporte más amplio tanto para la academia chilena, como para la industria audiovisual. Nuestro objetivo principal ha sido construir una plataforma de libre acceso que sea de utilidad tanto para investigadores como para realizadores, productores, organizadores de festivales y público general.
* Esta investigación se encuentra financiada por el Fondo Audiovisual de Investigación n. 410942 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile (CNCA), y por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, Fondecyt n.11160735 de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (CONICYT).